Desde el 2012 cada 11 de septiembre se vienen celebrando en Barcelona multitudinarias manifestaciones a favor de la independencia de Cataluña aprovechando la celebración de la Diada Nacional, en la que se conmemora la caída de Barcelona frente a las tropas borbónicas que tuvo lugar durante la Guerra de Secesión, significando la pérdida total de autonomía de Cataluña.
Esta fecha, la del 11 de septiembre del 2012, supuso un punto de inflexión en el movimiento soberanista catalán. A partir de éste momento el vigente gobierno catalán vio claro que gran parte de su electorado se había posicionado a favor de la independencia, de forma que los principales partidos catalanistas empezaron a apostar fuerte por la el objetivo de convertir a Cataluña en el próximo estado europeo. Tras obtener la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas que se celebraron en octubre del 2015, se inició el denominado proceso soberanista que culminará el próximo 1 de octubre con la celebración de un referéndum sobre la independencia.

Cataluña es una región con un fuerte identidad nacional que cuenta con una lengua y cultura propias. A lo largo de diferentes etapas entre los últimos tres siglos, especialmente durante la dictadura franquista, la lengua y cultura catalanas han intentado ser reducidas a su mínima expresión en aras de de una homogeneización dentro de una identidad nacional española. Sin embargo el resultado de ese empeño ha sido que los catalanes se hayan mentalizado en la defensa de su propio patrimonio, valorándolo y manteniéndolo vivo, e incluso que buena parte de los catalanes se sientan reacios a reconocerse como españoles.
Es muy importante conocer la composición demográfica de Cataluña. Con una población de más de 7 millones de habitantes, de los cuales aproximadamente 4 viven en Barcelona y su área metropolitana, las oleadas migratorias han tenido una gran influencia en la formación de la sociedad catalana actual. Entre los años 50 y 70 Cataluña recibió enormes cantidades de inmigrantes provenientes de zonas poco desarrolladas del sur de España que se establecieron sobretodo en las ciudades de los alrededores de Barcelona y las zonas litorales. El crecimiento demográfico fue tal que se estima que, si no fuera por la llegada de estos inmigrantes, hoy en día la población catalana apenas superaría los 3 millones de habitantes.
Teniendo en cuenta la composición demográfica encontramos dos zonas bien diferenciadas dentro de Cataluña: Por un lado una Cataluña interior la mayor parte de cuyos habitantes pertenecen a familias originarias del lugar, y por otro una Cataluña metropolitana, con una mayor densidad de población y cuyos habitantes son en gran parte descendientes de andaluces, extremeños, murcianos, castellanos, etc.
En la Cataluña interior existe un arraigado sentimiento catalanista. Se trata de un territorio donde el catalán es la lengua materna y la de uso habitual de la gran mayoría de los locales y donde los partidos políticos que en los últimos años se han posicionado a claramente a favor de la independencia gozan un amplio apoyo. La realidad es distinta y más compleja en la Cataluña metropolitana, un lugar donde mucha gente tiene el castellano como lengua materna y no ha mamado en casa ese sentimiento catalanista al tener familias con orígenes foráneos. Aquí se encuentra una mezcla de gente que simpatiza con el independentismo, que se oponen a ella y de muchos otros a quines la causa soberanista no les inquieta.



La mayor parte de la sociedad española, y menos aún las principales fuerzas políticas, no ven con buenos ojos la voluntad de una parte importante de los catalanes de querer separarse de España. Es por ello que amparándose en la constitución, que afirma que la unidad de la nación española es indivisible, el estado y los tribunales han impedido la celebración de un referéndum que concierne a algo que va en contra de la ley. Sin embargo los políticos que lideran el proceso soberanista y que mandan en gobierno catalán parecen estar decidios a seguir su hoja de ruta hasta las últimas consecuencias, aún teniendo en cuenta que actúan en contra de la legalidad española.
La oposición del gobierno central supone un problema mayúsculo para poder llevar a cabo este ejercicio democrático. Al tratarse de una votación ilegal, durante las últimas semanas los organizadores se están encontrando con infinidad de obstáculos. Los organizadores se arriesgan a ser acusados por destinar dinero pública para financiar un acto ilegal, no se sabe si contará con los medios necesarios (urnas, papeletas…), algunos ayuntamientos donde gobiernan partidos contrarios al referéndum han anunciado que no cederán espacios públicos para su celebración, y además se espera que parte de los funcionarios y policías que serán convocados en esta fecha no estarán dispuestos participar en este evento.
Habrá que ver si, en el caso de que finalmente sí se pueda celebrar esta votación, aquellos ciudadanos que no apoyan a los partidos que encabezan el proceso soberanista acudirán a dar su voto, teniendo en cuenta que se trataría de una votación sin ninguna garantía ni validez ante la legislación española. De momento los partidos pro-referéndum, la coalición Junts pel Sí y la CUP, han empezado a movilizarse a favor del sí a la independencia y del propio referéndum, pero los partidos contrarios que se oponen a la independencia no están haciendo ningún tipo de campaña a favor del no, ni tampoco se espera que lo hagan puesto que se oponen a la celebración del referéndum. Bajo estas condiciones la mera celebración del referéndum se presenta muy difícil, pero si además añadimos el hecho de que en ningún caso sería reconocido por parte de las instituciones españolas, parece complicado que sea reconocido a nivel internacional.
Lo que parece una batalla perdida de antemano puede explicarse como un desafió para responder al inmovilismo y la negación constante a las pretensiones catalanas como actitud dominante de las instituciones españolas. El recorte del Estatuto, que regula la autonomía de Cataluña, y la negación de un pacto fiscal, un concierto económico similar al que se aplica en País Vasco y Navarra, explican en gran parte el auge del independentismo en ésta última década. Hasta hace poco posicionamiento había sido minoritario, sin embargo actualmente los partidos favorables a la independencia cuentan con el apoyo de prácticamente la mitad del electorado catalán.



La posibilidad de que Cataluña celebre un referéndum sobre su independencia, como hace poco celebró Escocia o como años atrás lo hizo Quebec, parece de momento imposible. Sin una reforma de la constitución española, la celebración de un referéndum vinculante en el que se vote a favor o en contra de la independencia de un territorio perteneciente al estado español nunca será legal. Por otro lado las principales fuerzas políticas a nivel nacional no están dispuestas a reformar la constitución, menos aún si se hiciera con el riesgo de poder alterar la unidad de la nación. De esta forma nos encontramos en un callejón sin salida en la que las pretensiones independentistas no tienen escapatoria, de forma que los líderes del soberanismo catalán se ha embarcado en una carrera que a priori parece condenada al fracaso y que los llevará más allá de los límites de la legalidad. Sin embargo los promotores del referéndum se muestran más confiados que nunca y afirman que en caso de que el sí a la independencia sea la opción mayoritaria Cataluña llegaría a independizarse de España de forma unilateral.
Sin duda la cuestión catalana es un conflicto en el que el Partido Popular, el partido gobernante a nivel nacional, va a poner todo su empeño ya que a través de el tratará de mostrar una imagen de un partido solvente y el único en el que los españoles pueden confiar para dejar fuera de juego las pretensiones independentistas. Por otro lado los partidos catalanistas, y en especial recientemente refundada Convergència Democràtica de Cataluña, no han tenido miedo en iniciar este proceso soberanista con tal de atraer a independentistas en potencia , bien sean catalanistas tradicionales o ciudadanos descontentos por el mal funcionamiento de las instituciones españolas, con tal de seguir teniendo un papel destacado en la política catalana. Mientras que éste se ha convertido prácticamente en el único tema de actualidad política en los medios de comunicación españoles, las numerosas tramas corruptas que afectan a ambos lados, así como los problemas que preocupan el día a día de la mayoría de la población han pasado a estar un segundo plano.
El 1 de octubre se sabrá si los esfuerzos que en los últimos años han llevado a cabo los partidos políticos y las entidades civiles que abogan por el derecho a decidir de los catalanes se verán culminados, así como el rumbo que tomen los políticos catalanes y españoles ante el nuevo escenario que se presentará a partir del día 2 del próximo mes.